20 años de sutileza existencial, continúo el camino pateando piedras, arrancando frases de las flores. Enloquecida por el arte en todas sus formas, sigo mis pasos adelantados a mí, destino incrustado en la piel. Eres tú, Rodrigo, quien adorna con girasoles las tierras solitarias que enmarcan el camino. Mi familia son margaritas sonrientes que me cantan bajo circusntancias imposibles. Y es el Amor el que me mueve. Puro Amor... Fuego, combustible, comburente de las fogatas que cada día se encienden en mi corazón.
Un nuevo año ha llegado, y con esto espero que todas las maldiciones del 2008 se vayan con él, arrastrándose, cansadas por haber trabajado tanto. Me considero una persona positiva, pero si hago un real balance de lo que significó este año, no podría decir que fue uno de los mejores. Pasar la mayor parte de los días en cama no es lo que todos calificarían como algo positivo, ni siquiera normal... Mi salud me ha jugado malas pasadas, me ha privado de tantas cosas, me ha quitado tantas oportunidades y me ha alejado de quienes nunca he deseado apartarme. La desesperación de perder la cuenta de todas las veces que llegué a la clínica para que luego me obligaran a quedarme internada no me deja en paz y lo peor es que a pesar de que el calendario está comenzando otra vez desde cero, las cosas no parecen estar cambiando. Sin embargo, dentro de todo, viví momentos inolvidables. Y es que eso es lo que ocurre cuando los momentos de placer son escasos en tu vida. Cuando llegan los valoras como si fueran el diamante más preciado y no deseas dejarlos ir por ningún motivo. Cada instante compartido con mis amigos, mi familia y mi novio fue inolvidable. Las juntas con los foristas son momentos que difícilmente podría borrar de mi memoria y de las paredes de mi corazón. A pesar de que no los vi tanto como hubiera querido, compartimos bellas experiencias y el cariño que siento por ellos creció como nunca creí que lo haría. Mi familia ha sido mi pilar, mi soporte y mi base. Mi todo. Sin ellos no podría continuar en esta batalla, o más bien, guerra que llevo contra esta enfermedad. El amor que existe entre nosotros es incomparable. Es lo que pasa cuando existen situaciones así dentro de una familia. Se une, se convierten en uno solo y nada más alrededor importa. Soy feliz porque nos amamos. Porque se aman entre ellos, porque me aman y los amo. Madre adorada, ¿qué puedo decir de ti? Eres mi compañera, la luna, el sol, mi amiga y mi madre. Eres la vida que necesito para abrir los ojos cada día. Me motivas a seguir viviendo. Gracias... gracias... gracias.... Y mi novio. Sin él no sé dónde me encontraría. Sus abrazos, sus palabras, su amor. Todo aquello me ha impedido saltar en un abismo sin fondo, me ha mantenido segura en sus brazos, cuidando de cada detalle. Una sonrisa mía puede hacer su día y es maravilloso darse cuenta de que te aman tanto como tú amas y que lo hacen sin importar nada más que el infinito sentimiento que comparten y lo que llevan dentro. Los cambios que los corticoides produjeron en mi cuerpo hicieron que mi autoestima desapareciera casi, sin embargo, él es el único capaz de hacerme sentir hermosa a pesar de todo. Es mi mundo. Mi cielo... Gracias. Gracias por acompañarme en este arduo camino y ayudarme a cargar con este peso de manera tan generosa. Te amo.
Sí... a pesar de todo, esos momentos que atesoro dentro de mi corazón como piedras preciosas enterradas en las paredes de mis emociones, han hecho que este año haya valido la pena. Todo por ellos. Todo es por ustedes, mis amados, quienes me muestran el lado iluminado del camino.